Eras de esos dolores que te parten el alma ¿no lo sabias?, pues ya lo sabes



Eras de esos dolores que intentas superar de una, de esos que te hacen desmayar y al despertar no recuerdas nada, lo único que te dejan son ese sabor que te dice que algo malo pasó y que te hace sentir entumecida.
Al menos eso es lo que yo quiero que seas.

Te sentía como esos ratos en los que el sol se pone en alto, en los que la claridad aumenta y todo se ve mejor. Sabía que podía confiar en ti. Ahora sé que eras algo muy bello, y a la vez algo muy escurridizo, que no alcanzaba a retener por más de unas horas en mi brazo.
Te gustaba sentirte amado, te traía confianza y seguridad. Pero también te encantaba juguetear, y eso dolía.
Dolía verte con esa indiferencia en los ojos, con esa cara de, “aquí no ha pasado nada, ¿lo de ayer? pero si fue solo un beso”. ¡Sólo un beso! ¿Entiendes acaso como me sentía cuando dijiste eso?, tienes al menos una mínima idea de lo que es sentir que te toman en un abrazo para luego depositar tu primer beso, luego de meses y meses de suspiros y fantasías tener lo que querías y a la mañana siguiente te dicen que solo era un beso.
Claro que no, tú no tienes sentimientos. Porque los dolores en el corazón no tienen sentimientos, no se compadecen con nada, sólo juegan contigo para verte estremecerte de pena y rabia, para verte caer destrozada sollozando.

Y tu eras uno de esos dolores para mí.

El deseo de navidad



Dejaron que su respiración comenzara a calmarse después de la carrera, el calor volvía a entrar en sus cuerpos. Sin más, Cat se tiró al suelo, y una suave alfombra de nieve la recibió con cariño.

Arthur la miró ahí acostada, sonriente, moviendo piernas y brazos para hacer un ángel de nieve. Y no pudo evitar sonreír él también.

-Sabes Arthie –dijo ella mirándole desde abajo- este año no te he contado

-¿Qué cosa? –dijo él-

-Lo que desearía que me regalaran

-Bueno pues, léeme la gran lista –sonrió aún más-

-Este año decidí que ya he crecido suficiente, y solo deseo una cosa

-¿Se puede saber qué es?

-¡Quiero que me des mi primer beso!

Apreció como las mejillas del chico se encendían fuertemente

-Esto…si ese es tu deseo- se agachó junto a ella y tomo su rostro entre sus manos, por unos instantes sus labios estuvieron juntos, el uno con el otro, por unos instante perdieron al resto del mundo y el uno se sumergió en el otro. Se separaron con el corazón agitado y la mirada iluminada.

-Feliz navidad Cat…me gustas desde que te conocí

-Feliz navidad Arthie…tú también me gustas desde que te vi- le sonrió con ternura- tardaste mucho en besarme

-Eh? P-perdón…

-Nada de disculpas -rió traviesa-

-¿Qué te parecería otro beso? –dijo con algo más de confianza

-Eso dímelo tu –se abrazó a su cuello para volver a pegar sus labios a los suyos- Mmm… me parece que ya estas disculpado

-Fantástico -a ambos se les escapó una sonrisa, mientras caminaban juntos, de la mano, devuelta al pueblo-

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Felices Fiestas a todos! Aquí les dejé mi regalillo de Navidad. Que la paseis muy bien esta noche buena, y que mañana tengais una muy feliz Navidad

Se despide, La Soñadora

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Un poco de su soñadora


Creo que soy algo obsesiva. Y que tengo costumbres bastantes singulares. No sabría muy bien cómo definirme, extraña seria una palabra muy usada para mí. Tampoco me crearía una palabra solo para definirme, eso sería muy ególatra.
Por eso mismo sólo me queda describir un poco de mis costumbres. Y si tienes el tiempo de pasar por aquí para leerlo, bueno, creo que entenderás.
Supongo que auto llamarme devoradora de libro es mi primer gran paso.

Es bastante…singular mi conducta con los libros. Solo basta verme, ahí sentada en algún lugar solitario pero cómodo, absorta en leer, sin responder a ninguna clase de estimulo externo, centrada en la historia, desplazándome a esa realidad, dejando que mi mente crea que estoy dentro, viendo, participando, sintiendo. Llego a perderme en él. Lo devoro lo más rápido que puedo. O a la rapidez que me plazca.

Ni hablar de cómo elijo los libros que leo, como mi mirada queda hipnotizada por una portada, un lomo o una descripción al reverso, como no puedo dejar de mirarle, como no tomo en cuenta otros libros, como no dejo de pensar en comprármelo, y luego, cuando ya está en mis manos, siento que mis manos tiemblan de la emoción, abro el libro y leo la última página –costumbre mía- emocionada empiezo a leer toda la historia. Y luego ocurre todo lo anterior.

Recuerdo haber dicho que era obsesiva, bueno, también soy muy imaginativa, soñadora y me dejo llevar por mis emociones, ideas y sensaciones. Algunas veces hasta me creo -y no pondría eso si no fuera porque lógicamente es imposible- enamorarme de un personaje, leo lo que le sucede, como lo describen los ojos de otro, lo pienso, me intereso y luego, no puedo dejar de pensar en el por semanas enteras. Me he enamorado de elfos, duendes, magos, campesinos, príncipes, humanos comunes y corrientes, algún que otro demonio, ángeles, bestias, vampiros, hombres-lobos, elfos-lobos, entre otros. Me he dejado llevar por miles de senderos, mundos mágicos me han resguardado y en ellos he sido feliz.

Pero luego viene la peor parte. El final. Se acabó, no hay más libro, no hay más amigos leales, no hay nada más que saber, se terminó ¿entiendes?, te quedaste sin nada. Empiezo a suspirar con constancia, me quedo perdida del mundo –si, nuevamente- miro por la ventana como esperando que los personajes vengan a buscarme y me lleven con ellos. Siento un vacio en estomago, voy de arriba abajo con el libro abrazado al corazón –no, no es una metáfora- por fin me resigno y lo dejo en el lugar que le tenía preparado en una de mis estanterías, suspiro de nuevo y si nadie me está mirando le doy un leve beso en la portada o acaricio su lomo como despidiéndome. Paso dos días con los personajes metidos en mi cabeza y cuando sus recuerdos no son tan fuertes, solo ahí, decido tomar otro libro y leer –en el caso de hacerlo antes siento como si estuviera traicionando al libro- y todo vuelve a comenzar. A veces taro más en olvidar, otras veces menos…A veces me da miedo tomar un libro que se ve extraordinariamente maravillloso, pues el vacio al terminarlo será aún mayor.

Ahora sí que parezco una loca

Pero qué va!, es mi blog, es mi mundo y puedo enseñarme como quiera.

Burbujas y monotonia


La chica siguió lanzando aire a través de su pajilla, viendo como las burbujas se formaban y desaparecían con igual rapidez. Le gustaban esas burbujas, eran de mucha ayuda cuando estas aburrida. También le gustaba escuchar música antigua, elevar el volumen al máximo e ir saltando por la casa mientras hacia un desastre, que luego ella misma limpiaba para hacerse creer que había echo una sensacional fiesta con todos sus amigos.

Le gustaba pasear por las tardes nubladas, para no sentir su casa tan vacía y sola, le gustaba soñar que había alguien esperándole en un café para platicar. Entraba al café y pedía una taza de cocoa, tomaba su libreta y anotaba algo dejaba el dinero sobre la mesa y antes de que llegara el camarero se iba sin decir nada, luego en la calle tomaba lo que había escrito, se dirigía a una plaza y lo botaba en un basurero. Después seguramente fingiría fumar un cigarrillo sin encender, se pondría ropa ridícula y pasearía dando grandes saltos por la calle, para llegar a la madrugada a desordenar su casa, poner la música en alto, ordenar, salir, el café, la nota, el parque, el cigarro, la ropa, el paseo, desordenar, música, ordenar, salir, café, nota, parque, cigarro, ropa, paseo, desordenar….

Pero no todo era siempre igual. En algunas ocasiones se sentaba a hacer burbujas en su soda, con una pajilla.

Mi globo


Ya no confío en lo que los demás me digan, sea ciencia cierta o una simple opinión.
Mataron mis sueños, rompieron mi confianza y los pisotearon con deliberación.
Ahora tengo miedo, estoy segura de que en cualquier momento saldré disparada a mi techo.

"Todo lo que sube tiene que bajar". Pamplinas, si fuera cierto alguien explíquenme porque aún no baja el globo que perdí a mis diez años

Somos berundelinos...

Porque amamos leer
Y no podriamos despegarnos de las paginas de un libro
Porque añoramos la magia
Y vivimos en un mundo de en sueño
Somos berundelinos
En alma y mente